October 03, 2017 11:50
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El bandoneón vino de Alemania. Y la angustia existencial El campesino Heidegger se dio a la determinación de la esencia humana. La esencia es aquello sin lo cual la cosa deja de ser lo que es. Y en la búsqueda de ese secreto, mientras iba quitando las múltiples máscaras de nuestro mundano existir, lo que siempre encontró fue un ser humano. Un ser individual, misterioso, sin molde común a la vista. Pero, audaz y tozudo como pocos, ocultó su fracaso tan brillantemente (que nadie tomó como tal) y así creó el existencialismo. Porque a falta de la huidiza esencia, que se le escapó para siempre, Heidegger determinó la materia de la que se compone la vida humana: el tiempo. La vida humana es aquello que construimos con el tiempo que nos ha sido dado en este mundo, al que hemos sido echados, en el que nos tocó caer. Porque no somos nada más que nosotros. No somos solamente el ser, sino también nuestra circunstancia, el ahí al que fuimos condenados. En el hombre, su existencia precede a su esencia. (…y a los cuarenta, cada uno tiene la cara que se merece…) Quince años después de leer al campesino nazi alemán, el profesor socialista francés Sartre afirma que la angustia es un sentimiento inherente al ser humano, un habitante interno del que jamás podremos deshacernos en tanto humanos. Porque el ser humano es el único en tener consciencia de sí. Y esa consciencia de nosotros mismos es como un espejo en el que podemos mirarnos y reconocernos. Pues bien, ese mínimo separador entre nuestro ser humano y la consciencia de nosotros mismos, esa distancia infinitesimal es la nada, dice Sartre. Nada que es la causa de nuestra angustia existencial. Pero también la que permite la separación del ser y la consciencia de sí mediante la cual reflexionamos sobre nuestra propia vida. Nada interior, fundante. Angustia existencial sin la cual la vida humana sería irreconocible. Así el alemán y el francés entraron en la historia. Lo mismo quiso hacer el Refutador Argentino de Leyendas (Ral) sin conseguirlo. Y más por haber nacido en Argentina, la periferia, que por la fuerza de su pensamiento. Aproximadamente por 1934, el Ral anticipó a Sartre y profundizó a Heidegger. Decía el Ral: El tiempo no existe. La existencia humana se compone de nada. Es una constante indeterminación. Una angustiante incertidumbre que solo esa otra nada, la muerte, puede detener. El futuro no existe, porque es tiempo que aún no llegó, y que el pasado tampoco porque es tiempo que ya murió, es cosa sabida y admitida por todos. Si el presente tuviera un mínimo espesor, la cara delantera sería futuro y la posterior pasado. Por lo tanto, no puede tener espesor, tiene que ser infinitamente delgado. Y lo infinitamente delgado es la nada. El tiempo, no existe. Continuará… Read more
El bandoneón vino de Alemania. Y la angustia existencial El campesino Heidegger se dio a la determinación de la esencia humana. La esencia es aquello sin lo cual la cosa deja de ser lo que es. Y en la búsqueda de ese secreto, mientras iba quitando las múltiples máscaras de nuestro mundano existir, lo que siempre encontró fue un ser humano. Un ser individual, misterioso, sin molde común a la vista. Pero, audaz y tozudo como pocos, ocultó su fracaso tan brillantemente (que nadie tomó como tal) y así creó el existencialismo. Porque a falta de la huidiza esencia, que se le escapó para siempre, Heidegger determinó la materia de la que se compone la vida humana: el tiempo. La vida humana es aquello que construimos con el tiempo que nos ha sido dado en este mundo, al que hemos sido echados, en el que nos tocó caer. Porque no somos nada más que nosotros. No somos solamente el ser, sino también nuestra circunstancia, el ahí al que fuimos condenados. En el hombre, su existencia precede a su esencia. (…y a los cuarenta, cada uno tiene la cara que se merece…) Quince años después de leer al campesino nazi alemán, el profesor socialista francés Sartre afirma que la angustia es un sentimiento inherente al ser humano, un habitante interno del que jamás podremos deshacernos en tanto humanos. Porque el ser humano es el único en tener consciencia de sí. Y esa consciencia de nosotros mismos es como un espejo en el que podemos mirarnos y reconocernos. Pues bien, ese mínimo separador entre nuestro ser humano y la consciencia de nosotros mismos, esa distancia infinitesimal es la nada, dice Sartre. Nada que es la causa de nuestra angustia existencial. Pero también la que permite la separación del ser y la consciencia de sí mediante la cual reflexionamos sobre nuestra propia vida. Nada interior, fundante. Angustia existencial sin la cual la vida humana sería irreconocible. Así el alemán y el francés entraron en la historia. Lo mismo quiso hacer el Refutador Argentino de Leyendas (Ral) sin conseguirlo. Y más por haber nacido en Argentina, la periferia, que por la fuerza de su pensamiento. Aproximadamente por 1934, el Ral anticipó a Sartre y profundizó a Heidegger. Decía el Ral: El tiempo no existe. La existencia humana se compone de nada. Es una constante indeterminación. Una angustiante incertidumbre que solo esa otra nada, la muerte, puede detener. El futuro no existe, porque es tiempo que aún no llegó, y que el pasado tampoco porque es tiempo que ya murió, es cosa sabida y admitida por todos. Si el presente tuviera un mínimo espesor, la cara delantera sería futuro y la posterior pasado. Por lo tanto, no puede tener espesor, tiene que ser infinitamente delgado. Y lo infinitamente delgado es la nada. El tiempo, no existe. Continuará…